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miércoles, 30 de mayo de 2012

La síntesis de las artes mayores


¿Pueden imaginarse una UCV que no se encuentre en Ciudad Universitaria o una Aula Magna sin las nubes de Calder?

A mí me cuesta imaginarlo, pero resulta que unas décadas atrás la Universidad Central de Venezuela no contaba con un campus integrado, con uno que exudara estética, modernismo y armonía visual como ahora. 

No contaré aquí quién fue Carlos Raúl Villanueva, ni cuando nació ni qué hizo. Sólo les comentaré esas pequeñas cosas que hacen que hoy me sienta inmensamente agradecida como Ucevista (ucevista hoy ucevista siempre) y como venezolana por haberle puesto corazón y cabeza a la Ciudad Universitaria, así que aquí van las 10 cosas que más me gustan de la Ciudad Universitaria de Villanueva:

La Tierra de todos: (Tierra de Nadie), específicamente esa lomita que está al lado de la rampa que comunica Plaza Cubierta con el camino principal de la Universidad. Tirarse en la grama un día soleado cualquiera con una chicha en mano es un placer inigualable. 

El balcón de la Sala de Humanidades II de la Biblioteca Central: desde ese balcón se tiene la vista perfecta del campus, la brisa perfecta y el atardecer perfecto. 

Las nubes de Calder: trillado hasta el cansancio, lo sé, pero ¿cómo no admirar esas estructuras metálicas que le dan al Aula Magna un aspecto de galaxia? Más aún sabiendo que Villanueva las puso una a una a “oído”, sí, mientras tocaba una orquesta él decía “ponme ésta aquí, ésta allá…”.


El Reloj: meterse debajo del reloj y ver el espiral de triángulos que forman sus columnas… 

Amphion: mi escultura favorita, tiene de fondo un bimural de Fernand Leger, no solo me gusta la “pareja” que hacen, sino su significado. Amphion, dice la leyenda, reconstruyó la ciudad de Tebas después de un incendio con el canto de su arpa. 

El mural de Pedro León Castro: mi mural favorito que, por desgracia, solo puede ser visto por aquellos que entran a la sala del Consejo Universitario, describe las etapas de la universidad, la vieja universidad, la nueva y los símbolos de la ciencia, la técnica y las humanidades. Confieso que lo vi en mi última semana en la Universidad después de rogarle a una señora de servicio para que me dejara echar un vistazo. 

El pastor de nubes: es la foto obligada de cualquier estudiante de la Central y de la cual tengo una réplica en miniatura. “Muelita” (como le dicen muchos estudiantes) es la estrella que opaca al resto en Plaza Cubierta, su color y su textura, sus formas curvas la hacen gentil sin dejar de perder su carácter. 

El vitral de Fernand Legere en el Bilioteca Central: como odio la columna que divide el mural en dos, la cortaría yo misma sino supiera que el edificio se vendría abajo. La iluminación que el mural le otorga al “hall” de la biblioteca es indescriptible. 

Los arcos de entrada de las Tres Gracias, Ciencias  y Plaza Venezuela, no tengo ni que decirlo… nunca imaginé que el simple concreto, sin pintura sin ningún ornamento con una forma tan limpia pueda lograr tal perfección. 

Por último pero no por eso menos importante…

El mosaico de cristal traslúcido: adoro este material y me encanta que lo hayan usado para murales, para el suelo de las caminerías principales y para recubrir los edificios. No saben cómo lamento cada pedacito que se despega por falta de mantenimiento…
 (Fuente de la foto: http://yolandaduarte.blogspot.com/2010/05/flashback.html )

Ahora díganme ustedes…¿tenemos o no razones para celebrar que tal día como hoy nació Villanueva?

jueves, 10 de mayo de 2012

La ceguera


“Si no somos capaces de vivir enteramente como personas, hagamos lo posible para no vivir enteramente como animales..."
Ensayo sobre la ceguera. José Saramago.

Les recomiendo seriamente el libro “Ensayo sobre la Ceguera” de Saramago”, en él (sin ánimos de hacer una crítica del libro) Saramago nos describe la vida de una ciudad en la que, de la noche a la mañana, todos sus habitantes empiezan a perder la visión, todos menos una mujer. En ese “describirnos la vida” encierro todo lo que hacen y dejan de hacer los ciegos, cómo lo hacen, cómo se organiza esa sociedad y bajo que estructura de principios y valores conviven. 

Si solemos decir “quién lo viera por un huequito” aludiendo a que la persona en cuestión actúa de manera diferente cuando nadie lo ve, imagínense en esta ciudad de Saramago, en la que NADIE puede realmente ver. 

Ayer en el metro sentí que vivía en esa ciudad. Dos mujeres que rondaban los cincuenta se cayeron literalmente a golpes (con paraguas incluidos). La gente las miraba entre divertidos y asombrados; hubo quién dijo  “dale duro” y hasta el que soltó la carcajada, así como aquellos que tomaron fotos con cara de “aunque Ud. No lo crea”. Mi asombro fue tan desagradable que casi sin pensarlo imposté la voz y dije “SEÑORAS POR FAVOR TENGAN VERGÜENZA”
 
Las señoras dejaron de pelear, una se bajó del tren y la otra trató de convencer a los “espectadores” de que la otra era la que había iniciado el “juego de manos”.
No he podido dejar de pensar en eso, siento que hemos llegado al punto en el que la gran mayoría, por temor o por aceptación, ha ido haciéndose la vista gorda, aplaudiendo y ejecutando actos que solo deberían generar vergüenza. 

Nuestra ceguera no tiene nada que ver con los ojos, pero es más grave y más difícil de manejar que la ceguera corriente.